Historia del Río Ozama: Jacinto de Agua nombre común de la ''lila'' (Cap.XXII)
El Ozama es un
río moribundo que respira gracias a las Lilas.
''Jacinto de Agua'' (que es el verdadero
nombre común de la ''lila'', pero su nombre técnico aparece registrado como
Eichonia grassipe en la literatura científica), es la respuesta biológica de un
cuerpo de agua (río, presa, canal, laguna...) a la contaminación orgánica y a
la contaminación por metales pesados.
Las lilas se desarrollan sobre un cuerpo de agua como resultado o consecuencia de una doble contaminación, que proviene por un lado, de residuos domésticos o basura producida en la preparación de las comidas (cáscara de plátano, yuca o batata, de la sobra de alimentos...), de plantas y animales muertos, de los desechos sanitarios y otros restos de seres vivos, y por otro lado, de residuos químicos que proceden de los desechos industriales, de aplicación de productos químicos a los cultivos y de cualquier otra fuente de metales pesados que tienen su origen principal en las actividades humanas en sus más variadas índoles.
Esta plantita está permanentemente liberando oxígeno por sus raíces, lo cual deviene en bocanadas de aire fresco para las especies que se están ''ahogando'' por falta de éste, como cuando nosotros salimos huyendo de un medio cargado de ''smog'' o para que se entienda mejor, como cuando pasamos por el túnel de la 27 de Febrero con los vidrios del carro abiertos.
El Jacinto de
Agua se desarrolla sobre un tramo de 12 kilómetros lineales del río Isabela y
de 18 del Ozama.
Fruto de la terrible contaminación a la que ha sido sometido durante tantos años, con un caudal disminuido fruto de la deforestación en su cuenca alta por un lado, y a la utilización de las aguas del río para fines diversos por el otro, los moradores de las márgenes del Ozama han visto incrementarse durante los últimos años el número de individuos de una especie vegetal acuática muy particular: los Jacintos de Agua, mejor conocidos en nuestro país como “lilas”.
Contrario a la
creencia popular, las lilas no contaminan ningún cuerpo de agua sino todo lo
contrario. Las lilas son en realidad una respuesta natural ante la
contaminación de un cuerpo de agua, ya sea ésta de naturaleza orgánica o por metales
pesados.
Las lilas actúan
básicamente como filtros naturales que retiran del agua una serie de
componentes tóxicos para la vida animal y vegetal, atrapándolos en sus raíces y
metabolizándolos a través de la fotosíntesis; increíblemente las lilas soportan
esta contaminación sin sucumbir, transformando los elementos tóxicos contenidos
en las aguas en sustancias inocuas.
Adicionalmente, las lilas proveen al agua contaminada a través de sus raíces, de oxígeno
disuelto necesario para la vida acuática (es necesario mencionar aquí que
aunque el agua contiene oxígeno en su estructura molecular, éste no puede ser
utilizado por la flora y fauna acuáticas; éstas dependen realmente del oxígeno
disuelto en el agua para su subsistencia.
En agosto del
2014, la desembocadura del río
Ozama, se observa inundada por lilas y
basura tras el paso de la tormenta “Bertha”.
Un gran cúmulo de
lilas y desechos plásticos invaden al puente flotante sobre el río Ozama,
arrastradas por las lluvias de tormenta tropical Bertha.
Una cuadrilla de
empleados de la Dirección General de Dragas de la Armada Dominicana, duraron más de
tres días en labores de limpieza.
Los obreros, con machetes en manos, encima de las lilas, afanan en su tarea de limpieza debido a que ese fin de semana, arribarán dos enormes cruceros en el puerto Don Diego.
En
septiembre del 2015, la gran
concentración de lilas sobre el río Ozama estancó el puente flotante a decenas de pescadores de La
Ciénaga y zonas aledañas, lo que se le
echaron a la mar temprano a buscar el sustento de sus familias.
Según los
pescadores desde las 5:00 de la mañana estaban tratando de salir a la mar a sus
labores cotidianas, pero se le hizo imposible.
El pescador
aseguró que en más de 20 años que tiene en la zona “nunca había visto el río
así”.
Los expertos consideran que la lila es fruto de la contaminación que cae a los ríos Isabela y Ozama, desde los barrios que los bordean: industrias que vierten sus desechos, cañadas, basuras, Plásticos…. son los responsables del surgimiento de las lilas.
La alfombra verde formada por la gran cantidad de lilas en el río Ozama asombró a peatones y automovilistas que se desplazaban por los distintos puentes en ese momento.
El 11 de julio de
2018, presencia de lilas en el Ozama representa dolor de cabeza para residentes
y pescadores
La presencia de
Lilas, plantas invasoras en el río Ozama dificultan la vida a residentes y
pescadores próximos al puerto de Santo Domingo.
Esto unido a las
lluvias constantes y los grandes cúmulos de basura transforman la vida de
residentes de Los Guandules y La Ciénaga que viven al margen del afluente.
Pescadores son
los más afectados con esta situación ya que se les imposibilita navegar y
lanzar los anzuelos al río para buscar el sustento de sus familias.
En el mes de febrero de 2019 instituciones públicas y privadas anunciaron con entusiasmo que
habían liberado al río Ozama de 700 toneladas de lilas y residuos sólidos,
durante un proceso de saneamiento que conllevó meses de ardua labor y la derogación de al menos 60 millones
de pesos.
Sin embargo, no
han pasado tres meses cuando ya las aguas del Ozama, en el trayecto que se
extiende desde el puente flotante hasta el de la 17 o Francisco del Rosario
Sánchez, están arropadas casi en su totalidad por una “alfombra” de lilas.
El 2 junio de
2019 más de seis kilómetros de los ríos Ozama e Isabela han quedado sepultados
bajo toneladas de lilas de agua y variedades de gramíneas, que a simple vista,
da la impresión de estar en presencia de una llanura angosta de estas especies.
En el trayecto
que va desde las cercanías del parque Mirador del Norte, hasta el barrio La
Zurza, incluso en menor cantidad hasta el puente flotante de la avenida
Francisco Alberto Caamaño Deñó (avenida del Puerto), sus aguas están cubiertas
de estas de plantas acuáticas.
En ese tramo, las
aguas de los acuíferos dejan escapar un olor pestilente y nauseabundo, fruto de
la contaminación que reciben, tanto de las empresas que operan en el casco
urbano del Distrito Nacional, como de los asentamientos humanos que los
bordean.
A finales de febrero
de este año, instituciones públicas y privadas retiraron del río Ozama más de
700 toneladas de lilas y residuos sólidos, en el marco de un proceso de
saneamiento que ejecutaron.
Si se mira hacia el norte desde el puente flotante, que comunica el Distrito Nacional con Santo Domingo Este, se pierde la vista sin lograr ver agua. Pese a la recurrencia del problema, las autoridades parecen no contar con un plan preventivo para sanear las cuencas de los ríos Ozama e Isabela, afectadas, además, por una urbanización desorganizada y la falta de educación ambiental.
Los especialistas
en el área de medio ambiente manifiestan que eliminar las lilas no es el
remedio, sino las fuentes de contaminación que las alimentan.
Se recuerda que
en la presente década fueron eliminados los “desguazaderos”, astilleros y
barcos chatarras que operaban frente al barrio La Zurza, en el río Isabela.
Sin embargo, los
lixiviados del vertedero Duquesa siguen
llegando hasta el río Isabela, así como las aguas residuales que son liberadas
a través de las cañadas del
Diablo, la Gran Cañada de Arroyo Hondo, La Yuca, Isabelita y Cristo Rey.
La lila es una
planta colonizadora de los ambientes de aguas estancadas y contaminadas y
aparece en los estuarios y cursos de agua que reciben efluentes contaminantes
de manera persistente en la zona intertropical del planeta.
El 09 de junio de 2019, las lilas, gritos silentes del río Isabela por un rescate
Las lilas que
copan el río Isabela en el puente Francisco J. Peynado, en la entrada al
municipio Santo Domingo Norte por el Distrito Nacional.
Los caudales del
río Isabela albergan incalculables cantidades de basura y lilas que lo
acompañan hasta llegar al río Ozama y este, a su vez, arroja los desechos
sólidos y las lilas a las aguas del mar Caribe.
A simple vista se
le puede notar la presencia de plásticos, ropa, botellas de cristal, restos de
piezas de vehículos y materia fecal que flota en la superficie.
El río Isabela
nace de una loma de poca popularidad y amenazada por la deforestación
denominada El Pilón. Este se encarga de dividir el Distrito Nacional de Santo
Domingo Norte hasta encontrarse con el río Ozama, que desemboca en las aguas en el mar Caribe.
Este afluente
lanza a diario gritos silentes para que vayan en su rescate debido al alto
grado de contaminación y desechos sólidos que arropan sus caudales.
Las lilas
absorben la mayor parte del río hasta mezclarse con la orilla provocando que
sea casi imposible distinguir una de la otra.
Las lilas son plantas acuáticas que crecen en aguas dulces, su reproducción se debe a la eutrofización, que es la acumulación de residuos orgánicos que ha eliminado el oxígeno del agua, lo que provoca que esta se pueda multiplicar rápidamente y más si en el área hay ausencia de vida acuática ya que las especies de agua dulce se alimentan de esta planta.
La gran cantidad
de lilas que arropan el río Isabela sumando a los desechos sólidos que a diario
van a parar a sus aguas frenan la posibilidad de que las especies de agua dulce
puedan vivir bajo sus caudales y a la vez disminuir la multiplicación de la
planta.
Sus aguas
recorren los sectores de Capotillo, La Zurza, Simón Bolívar y Puerto Isabella.
Las cañadas pertenecientes a estos barrios van a desembocar en las orillas
cubiertas de lilas del río.
La contaminación
que este alberga hace imposible que se pueda navegar por ahí, las plantas
acuáticas crecen libremente y se abrazan de los desechos sólidos creando un
foco de contaminación e insalubridad y cerrando el paso a que las especies de
agua dulce puedan reproducirse en el área.
El 10
de agosto 2020, debido a la gran cantidad de lilas que se
encuentran en el río Ozama, la Alcaldía del Distrito Nacional (ADN) realizó
ayer una limpieza en el acuífero.
Una brigada de la alcaldía se encontraba a la altura del puente flotante, sacando con una retroexcavadora las lilas y basura, y plásticos, que se encontraban a orillas del río.
Desde hace un tiempo, el cabildo realiza operativo de limpieza en este río, y en barrios cercanos al mismo, como plan de rescate y disminución de la contaminación en el medio ambiente.
La limpieza y
saneamiento de las riberas del río Ozama también lo ha hecho la Alcaldía de
Santo Domingo Este.
La lila es una
planta que vive en aguas estancadas y contaminadas.
El 28 de agosto
de 2020 Las lilas vuelven a arropar el Ozama, entre los puentes de la Bicicleta
y el Flotante
En un recorrido realizado por reporteros de El Nuevo Diario se pudo observar cómo estas plantas han sepultado las aguas del afluente, haciéndolo aparentar un verdoso potrero de ganados.
Encima de la
vegetación, también se percibe un cúmulo de residuos plásticos, material que
puede tardar hasta 1000 años en degradarse, tiempo en el cual puede provocar
múltiples daños en los ecosistemas.
La situación se
repite pese a que el 10 del presente mes la Alcaldía del Distrito Nacional
(ADN) realizó un amplio operativo en esa zona, donde con una retroexcavadora sacó las lilas y basura, la
mayoría de plásticos, que se encontraban allí y a que el pasado 15 de agosto se
puso en marcha el Interceptor 004, que es una maquina que recoge los desechos del Río Ozama.
El 13 de junio de 2021 Las lilas del río Ozama
Es una oportunidad para crear combustibles y energía
Las lilas o Jancitos
acuáticos, un problema que ha afectado los cauces de los ríos Ozama e Isabela
por años, son un indicador de la contaminación ambiental producida por los
sectores y empresas que vierten sus desechos en estos afluentes.
Algunos expertos
consideran que este mal debe tratarse acabando con el origen de la
contaminación, pero otra alternativa sería aprovechar los componentes de esta
planta para crear combustibles y energía.
La doctora en
biotecnología Yessica Castro Estévez, propuso en su tesis doctoral una
alternativa innovadora y sostenible para tratar esta maleza:
La bioconversión
de plantas acuáticas invasoras en bioenergía por medio de digestión anaeróbica
o biometanización.
En palabras más
simples, se trata de recolectar estas plantas para generar dióxido de carbono y
metano, gases con los cuales se puede producir combustible, mediante un proceso
en el que microorganismos descomponen material biodegradable en ausencia de
oxígeno.
Si bien es cierto
que se debe erradicar el origen de las lilas, existe la necesidad de
recolectarlas, ya que son contaminantes, generan un olor pestilente y de
llevarse a un vertedero, generarían otro problema.
Con un contenedor
llamado biodigestor y un proceso un poco más complejo, el jacinto puede ser
tratado para producir energía.
“La digestión
anaeróbica tiene la facilidad de que si tienes varios biodigestores en
comunidades, y las personas de la zona cosechan y alimentan esos biodigestores,
producirían biogás (…) similar al gas propano que se usa para cocinar”, propone
la joven ingeniera.
Por lo que
mediante el proceso que presenta Castro se podría convertir estas plantas en
metano y servir igual que el gas propano o como gas para vehículos, pero en
este último caso necesitaría una filtración para eliminar los gases tóxicos.
Las lilas
Acuáticas, originarias de Brasil, pueden ser invasivas si están en aguas con
muchos nutrientes, explica la ingeniera.
Al adquirir los
minerales y demás nutrientes empiezan a crecer y, posteriormente, se expanden
por todo el río, al punto de cubrirlo completo.
Esa situación
crea “condiciones anaeróbicas” dentro del río que como consecuencia impiden que
el oxígeno llegue a los peces y generan gases que afectan a la vida marina y
las personas que estén en el entorno.
“En La Ciénaga cerca del puente flotante crece mucho porque hay personas que viven en zonas aledañas y vierten los desechos al río, por ello se encuentra alto contenido de nitrógeno, de nitratos y fósforo, entre otros”, explica Yessica.
Agregó que hay fábricas
que vierten sus desechos y que también llegan aguas residuales al río, siendo
estas algunas de las razones por las que crecen las lilas acuáticas en esa
área.
Además del
biogás, con las lilas se puede producir biodiesel, biometano y bioetanol, pero
sirven también como tratamiento de aguas residuales.
“En las fábricas
hay aguas residuales que son contaminantes, pero las lilas se encargan de
limpiar esa agua, aunque no completamente”, explica la biotecnóloga.
La idea es
cosechar la planta de flor morada en estanques donde crece a la vez que absorbe
los metales pesados y, posteriormente, recogerla. Con este método el agua
llegaría a plantas de tratamiento con menor contaminación.
“Pero no solo
aplica con las lilas”, señala Yessica, “sino con otras plantas
fitorremediadoras”.
Yessica Castro
trabajó con microalgas que crecían en las aguas residuales de la ciudad de
Logan mientras estaba estudiando en la Universidad Estatal de Utah (Estados
Unidos). Esta especie marina era convertida en un biocombustible llamado
butanol, el cual puede ser utilizado en vehículos como la gasolina, sin
necesitar modificación alguna.
Las plantas
fitorremediadoras remedian suelos, sedimentos, agua y aire contaminados por
desechos orgánicos, nutrientes o metales pesados, eliminando los contaminantes
del ambiente o haciéndolos inocuos.
Esto también
tendría doble beneficios, además de limpiar el agua, se cosechan lilas que más
adelante pueden ser utilizadas para la creación de energía.
Aunque estos
procesos pueden ser costosos, también pueden ser solventados por los mismos
resultados o productos que se obtienen y por ahora, solo están en proceso de
investigación.
Para que estos
procesos sean comercialmente factibles tienen que ser a gran escala. Mientras
que para el gobierno, según Castro, hay otras prioridades que hacen ver de esta
inversión un gasto.
Luego de haber
trabajado con las microalgas en Utah, viene al país y nota cómo las lilas
arropan de extremo a extremo las orillas del río Ozama, al punto de parecer una
superficie plana y no la parte superior de un afluente.
“Cuando vengo
aquí, luego de que empecé mi máster, veo que la lila acuática está creciendo en
el río Ozama de manera descomunal, y empecé a investigar”, dijo mientras
narraba cómo obtuvo un fondo del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y
Tecnología (Mescyt) para desarrollar su investigación.
Sometió el
proyecto a la vez que iniciaba su doctorado sobre Ingeniería Biológica en la
Universidad Estatal de Utah, en agosto de 2016. Para entonces, se trasladaba
desde la ciudad norteamericana al país a cosechar lilas, para luego secarlas y
llevarlas a la institución académica en Estados Unidos.
Además del tema
de las lilas, Yessica quiere continuar investigando qué otros modelos pueden
ser aplicados usando otras malezas para crear combustible, como es el caso del
sargazo.
Se trata de una
macroalga con la cual también se puede producir combustible, la cual estudia
actualmente junto a la Universidad APEC.
“Nuestro país es
un país con una temperatura propicia para todo proceso biológico fermentativo”,
explica, por lo que este factor sería ventajoso en caso de que se aplicaran las
propuestas que menciona Yessica Castro.
También está el
caso del bagazo de la caña de azúcar, utilizado por una empresa en San Pedro de
Macorís, según la ingeniera, para obtener energía a partir de combustión.
“Pero el bagazo
sería excelente para la producción de bioetanol por el alto componente de
azúcar con que cuenta la caña”, añade. Aunque capten los vapores de la
combustión para la producción de energía, Castro no está de acuerdo con este
procedimiento. Por el contrario, citó como ejemplo Brasil, un país que produce
caña de acuerdo a la demanda y de esa misma caña obtiene bioetanol.
Asimismo,
considera que de los desechos de los hoteles se pueden obtener muchos
beneficios. En el caso de República Dominicana, Yessica entiende que iniciar
estos procesos puede resultar complejo y costoso por la falta de
infraestructura; pero luego de que esté, es sostenible.
Mientras aquí
sirven de desecho, otros países están interesados en sacarles provecho a la
lila. Como la exportación de esta planta no resulta factible, hay empresas que
han desarrollado maquinarias y tecnología para realizar otros procesos
distintos a la digestión anaeróbica, como la producción de biodiesel.
Pese a esto, la
ciencia y la investigación unieron esas dos pasiones: la pedagogía y la
escritura. Hoy en día, además de impartir docencia en la Universidad APEC como
maestra de ingeniería ambiental, ha realizado cuatro publicaciones como primera
autora.
Cuando se graduó
de ingeniera industrial en la Universidad Autónoma Santo Domingo en el año
2010, nunca se imaginó desenvolviéndose en el área científica como lo hace
ahora. Es en un proyecto de empresas exportadoras de alimentos que ella se
interesa en la ciencia, especialmente asociada a los alimentos.
Luego de esa
experiencia aplica en 2012 con una carta muy patriótica a una convocatoria de
becas internacionales del Mescyt, en la que expresaba su deseo de conocer sobre
la conversión y manejo de desechos para aplicarlo en República Dominicana.
Así fue que,
contrario a otros estudiantes, Yessica regresó al país deseando aportar sus
nuevos conocimientos y ahora es de las pocas personas que dominan el tema,
“aportando al país lo que le país me dio”.
Yessica opina que
para que el país avance en materia de innovación lo primero es erradicar desde
la primaria la idea de adherirnos a lo ya creado, en vez de desarrollar
nuestras propias iniciativas.
Para el proximo lunes 21 de junio de 2021, publicaré la historia de una pelicula firmada en el río Ozama
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