La Historia de Los Tres Brazos: La Casa Rosada (Capítulo IV, 2-2)
En Casa Rosada
niños con VIH viven situación de precariedad.
Entre la precariedad económica y el amor desinteresado de un grupo de religiosas católicas conviven 28 niños y adolescentes afectados del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en La Casa Rosada, en un modesto edificio de tres niveles, en el sector Los Tres Brazos, en Santo Domingo Este.
Los ocupantes de
ambos sexos, cuyas edades oscilan entre cero y 15 años, son huérfanos o fueron
abandonados en los hospitales y en las calles por causa de la enfermedad.
Con un
presupuesto estatal de RD$125,000 un equipo de pediatras, enfermeras,
psicólogos, trabajadoras sociales, profesores, odontólogos, niñeras, personal
de apoyo y voluntarios trabaja 24 horas para garantizar a los internos una vida
digna y reducir casi a cero el número de muertes como consecuencia del virus.
Solo pagar los
sueldos a 42 empleados cuesta más de RD$230,000 mensuales.
La demanda de
alimentos, medicinas, pañales desechables, ropa, detergentes, mobiliario,
juguetes, vitaminas, pastas dentales y otras necesidades es suplida a través de
donaciones voluntarias que apenas alcanzan.
La estrechez
económica del centro, administrado por religiosas de la orden Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paúl, impide que otros niños tengan acceso a sus
servicios.
Los ministerios
de Educación y Salud Pública pagan las maestras y las enfermeras, pero no es
suficiente.
“El otro personal
y los demás servicios los pagamos con donativos, gracias a la generosidad de la
gente”, afirmaron Sor Josefina Almánzar, directora de la institución y su
asistente Yohaida Fermín, durante un recorrido por el centro.
“Hemos visitado
casi todas las instituciones pidiendo un aumento de subvención, que nos nombren
el personal que tenemos, porque así podemos dar calidad de vida a los niños”,
indicaron.
Contaron que
acaban de rechazar una solicitud del Consejo Nacional para la Niñez y la
Adolescencia (Conani) para ingresar a otros 4 menores.
Argumentaron que
la casa sólo dispone de 6 enfermeras para cubrir 3 turnos de 8 horas cada uno,
cifra que consideran insignificante “para un trabajo tan duro”.
“Hemos solicitado a Salud Pública y a Conani nos nombre niñeras o enfermeras para cubrir esos turnos, pero no hemos recibido recursos. No hemos tenido ninguna respuesta”, se quejaron.
También han
buscado apoyo económico y logístico del director del Consejo Presidencial del SIDA
(Copresida), Víctor Terrero y la primera dama de la República, Cándida Montilla
de Medina, sin obtener respuestas.
“Necesitamos con
urgencia ese apoyo, porque a esos niños los tienen en los hospitales
esperando”, manifestaron Almánzar y Fermín.
Otro problema
consiste en buscarle alojamiento, comida y medicinas a dos jóvenes de 14 años
que, por razones de edad, deben salir de la casa.
Sin embargo, Conani ni ninguna otra institución atiende a sus requerimientos de ubicarlos.
“Estamos buscándoles comida y acogida y no aparecen”, indicaron.
Sueño hecho
realidad
La Casa Rosada es
el sueño hecho realidad de Loly, una niña huérfana, de 6 años de edad, que
heredó de sus padres el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida).
“Soñé que vivía
en una casa rosada junto a mis hermanitos”, contó la infante, refiriéndose a
los 50 niños que vivían desde principios de 1990 en el Hogar Mary Loly,
también en Los Tres Brazos.
Inmediatamente,
las religiosas que administraban el hogar comunicaron el sueño de Loly a la
comunicadora María Asela Álvarez, quien junto a su madre, Ena Lebrón de
Álvarez, buscó fondos internacionales para fundar la institución, que abrió sus
puertas el 9 de julio del 2001.
A ese esfuerzo se
sumaron la parroquia Santa Luisa de Marillat, la congregación Hijas de la
Caridad y la comunidad Los Tres Brazos.
“Se movilizó la comunidad de Los Tres Brazos completa”, expresaron Almánzar y Fermín, durante el recorrido.
Desde entonces,
más de 200 niños enfermos y abandonados a su suerte han encontrado en ese
centro una familia que les brinda amor, asistencia médica, psicológica y una
educación integral que incluye enseñanza preescolar y básica, idiomas,
deportes, artes, diversiones y la obediencia a Dios.
Sor Josefina
Almánzar definió la Casa Rosada como “una familia educativa-sanitaria que desde
el carisma de San Vicente y Santa Luisa acoge con amor a niños y niñas VIH
positivos”.
Su principal
objetivo es proporcionarles tratamientos antiretrovirales para evitar que
mueran. Está ubicada en avenida Prolongación Venezuela esquina Isabel Agüero,
Los Tres Brazos.
Loly no pudo ver
concretado su sueño, porque murió en 1999, a los 13 años, como muchos otros
niños que en esa época no tenían acceso a los retrovirales que mantienen
controlado el virus del Sida.
“Ella, desde el
cielo, ve cómo estamos haciendo su proyecto realidad”, expresó Fermín.
Un primer
esfuerzo
Previo a La Casa
Rosada, en 1993 nace el Hogar Mary Loly para acoger a niños con VIH y Sida,
hijos de personas víctima del virus, en una época en que había poca conciencia
sobre la forma de contagio del mortal virus.
“Los niños eran
rechazados por las familias, en los hospitales y no tenían condiciones de vida
digna. Esos niños morían de manera indigna”, recordó Fermín. El hogar llevó el
nombre de Mary y Loly, las dos primeras niñas que ingresaron.
Como las
investigaciones sobre la infección no estaban suficientemente avanzadas los
niños tenían un promedio de vida de 6 años.
Tan pronto los niños cumplen 14 ó 15 años deben salir de la Casa Rosada y la institución hace una gran inversión en tiempo y recursos económicos identificando sus hermanos, abuelos, tíos, para que se hagan cargo de ellos. “Normalmente, nos traen informes que dicen que los niños no tienen familia. Entonces, vamos al hospital donde han sido abandonados y encontramos ahí datos sobre la familia. La mayoría de las veces encontramos un familiar”, precisa.
“Entonces,
hacemos un trabajo social y psicológico con ellos hasta que empieza la
integración del niño con su familia”.
Si el adolescente
es rechazado por la familia tiene la posibilidad de ser apadrinado o adoptado,
a través del Conani.
La excepción es una
joven minusválida de 23 años, cuya familia no quiere recibirla en su seno.
“No quieren
recogerla por mucho que hemos insistido y no podemos tirarla a la calle”,
precisa sor Josefina Almánzar.
Contó que la
joven llegó a La Casa Rosada con 8 años de edad, luego que sus padres murieran
de Sida.
“Ella tiene
hermanos mayores que ni siquiera la visitan”, señaló.
Desde 1993 las religiosas han devuelto 150 jóvenes.
También, han
devuelto 11 niños curados y han enterrado otros 11.
La Casa Rosada
acoge a los huérfanos con VIH con edades entre 0 y 6 años.
También, a quienes tienen una discapacidad, aquellos que no cuentan con familia o tutores que les protejan.
La institución no acepta a niños con discapacidad física o
psíquica que les incapacite para la vida ordinaria.
Una ayuda que
cambió su historia
La mayoría de las
donaciones en dinero y especies que recibe La Casa Rosada son anónimas y
proceden del país y el extranjero.
Llegan cajas de
ropa, alimentos, medicinas, juguetes, golosinas, entre otras donaciones.
Algunas personas
lanzan sobres con dinero por debajo de las puertas de la institución.
Sin embargo, la
salud de los habitantes de La Casa Rosada comenzó a mejorar significativamente
con las donaciones de medicamentos y vitaminas que mes por mes les llegan de la
empresa norteamericana 4 Life.
“Son productos
muy costosos que nos ayudan a elevar sus defensas y estabilizan su salud”,
manifestó Fermín tras señalar que los niños llegan al lugar en condiciones de
salud deplorables.
“Estamos viviendo
una nueva etapa en La Casa Rosada.
Ahora tenemos
niños y jóvenes más rojitos, más fortalecidos”, siguió diciendo.
Para el próximo lunes 27 de diciembre de 2021 publicaré la historia de la Salud en Los Tres Brazos.
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