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Historia de Los Tres Brazos: La Casa Rosada (Capítulo IV, 1-2)


Historia de La Casa Rosada 


La Casa Rosada está localizada en la Avenida Prolongación Venezuela esquina Isabel Agüero (Loly), en Los Tres Brazos, Santo Domingo Este.


En sus inicios se llamaba “el hogar de los niños del Cefa”, dicho hogar comenzó con la llegada de dos niñas llamadas  Isabel Agüero (Loly) y Mary Leidy.


Actualmente año 2021, La Casa Rosada funciona en un edificio de tres  niveles.



Los primeros casos de muerte infantil por Sida influyeron para que Sor Carmen, junto a otras hermanas de la caridad, iniciaran un proyecto, el Hogar Mary Loly.



Con estos nombres surge el hogar “Mariloly”, llamado así porque las primeras dos criaturas que llegaron a este sitio fueron Mary, que falleció muy pronto, y Loly, que vivió  nueve años.


Con anterioridad al año 2001 era una casita, de ahí es que una de sus fundadoras Isabel Agüero (Loly), en su lecho de muerte pidió  que le  fuera cambiado el nombre a lo que hoy conocemos como “La casa Rosada”, con estas frases que decían “soñé que vivía en una casa rosada junto a mis hermanitos”, contó la infante, refiriéndose a los 50 niños que vivían desde principios del año 1990 en el Hogar Mariloly.



Ahí conviven 21 niños con edades de entre 0 a 16 años, con la excepción del caso de una joven de 26 años que, además de tener esa enfermedad infectocontagiosa, es minusválida  y por su condición de salud, sus familiares no han querido llevársela del centro y la han rechazado, “y como ves no podemos negarle la atención, ni echarla a la calle”, dijo sor Betania Muñoz, encargada del centro. 



La Casa Rosada es un hogar/hospital que se fundó el día 9 de julio del año 2001 en Los Tres Brazos, donde vivian unos 50 niños infectados con el VIH, es una obra de la Parroquia Santa Luisa de Marillac, los sacerdotes de la Misión P.P. Las monjas, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, quienes dirigen y administran el proyecto, con la ayuda de un equipo multidisciplinario compuesto por pediatras, enfermeras, sicólogos, trabajadoras sociales, profesores, educadores, personal de apoyo y voluntarios que ofrecen sus servicios con amor y dedicación.


La Casa Rosada se maneja a través de una asignación del Gobierno, con donaciones y colaboraciones nacionales e internacionales. Pero el dinero es poco y tienen que hacer malabares para subsistir. 

Del Estado reciben 1 millón 500 mil pesos al año.


Los demás recursos provienen de personas que se identifican con la causa y se les denomina “padrinos” porque suelen apadrinar a un niño en particular. Asimismo, los ministerios de Educación y Salud Pública pagan el salario de una parte de las maestras y las enfermeras, que son 10. 


Aparecen tres maestras pagada por el Ministerio de Educación segun nómina del mes de noviembre de 2021.


Deborah Elizabeth Pérez Segura.


Virginia Nelly Medina Báez.  


Yocasta Josefina Santana Ramírez  en calidad de orientadora. 



Los niños y adolescentes de este hogar son en su mayoría huérfanos o abandonados por sus familiares. También hay de nacionalidad extranjera. Llegan aquí a través del Consejo Nacional de la Niñez (Conani).


Para la parte educativa, una persona experta en el método Montessori, que es la estimulación temprana, alfabetiza a los infantes del recinto. 


Para ello, han habilitado un curso de nivel inicial, en donde los pequeños aprenden a desarrollar sus habilidades. Luego de agotar ese proceso, a los cinco años, se les integra en las escuelas de la barriada, donde se trata de que hagan su vida con normalidad.




La Casa Rosada funciona con tres pabellones, divididos en pediatría, que es donde están niños y niñas cuyas edades oscilan entre 0 a 4 años; el de las niñas y el de los varones.


Las autoridades y personal que labora aquí trata de garantizar a estos pequeños todo el apoyo y afecto que sus familiares le han negado. 


El área de las habitaciones está decorada con colores alegóricos al sexo: rosa y azul.


El jardín está bien cuidado, al igual que los juegos que los niños utilizan. Lo mismo pasa con la modesta biblioteca y el aula donde se imparte la docencia.


En el patio se observa un área de juego, dotado de columpios, y deslizaderas. Caminando hacia el extremo izquierdo de la casa, se encuentra la biblioteca y la cocina, ambas modestamente equipadas.


En las paredes de los pasillos se pueden observar cuadros de pinturas realizadas por los jóvenes en sus actividades de arte.


En La Casa Rosada existen casos complejos, como el de dos jovencitos de 16 años que no tienen donde ir y que no fueron adoptados. También está la joven de 26, cuya familia no ha querido recibirla por su condición.


Estos adolescentes, al llegar a esta etapa, tienen que ser reinsertados en la sociedad, pero se encuentran con el rechazo de la misma. Antes de hacer ese cambio se trabaja con la familia, si es que tienen, para evitar la discriminación, labor calificada por sor Betania como “un trabajo largo”.


“Se hace una labor con el equipo social identificando la familia que tiene, cuando se logra identificar a alguien, el abuelo, el tío o quien sea, se trata de hacer un acercamiento con esos familiares, por el tema de la discriminación”, detalla.


La religiosa expresa que las familias de los pequeños que están en el lugar en su mayoría son de extrema pobreza, y se hace un trabajo para ver si es posible insertar el niño o la niña. “En algunos de los casos no ha sido posible, por el tema del rechazo, por la parte económica, porque el niño o la niña va estar en mayor riesgo con ese pariente que con nosotros”, indica con resignación.


Explica que por lo general cuando los niños llegan a la adolescencia ya no quieren permanecer allá, debido a que quieren ser como los adolescentes normales y procuran que no los 


adolescentes normales y procuran que no los identifiquen ni señalen como una persona que vive en una institución como esta.


La encargada de la Casa Rosada dice que eso es normal, pero que ahí comienza el sufrimiento de esos jóvenes y de ellas como institución, porque no cuentan con los medios para continuar albergándolos.


Y es que pese a todo este esfuerzo no hay una institución que los acoja luego de que ellos cumplen su etapa en el lugar, la cual es hasta los 14 años.



Esta institución trabaja el día a día con los niños, les paga un curso, se les paga un chofer para transportarlos, “se invierte dinero en ellos para prepararlos, entonces luego cuando llega la hora de ellos estar en el campo laboral les dicen que no, simplemente porque les hacen una prueba y son VIH+”, lamenta Yohaira Fermín, asistente de la Casa Rosada.


Para ella la sociedad dominicana es totalmente discriminatoria y plantea que hay que trabajar fuerte con eso, para que estos jóvenes no sean discriminados por su condición.


Se invierte dinero en ellos para prepararlos, entonces cuando llega la hora de que entren al campo laboral les dicen que no, simplemente porque les hacen una prueba y son VIH positivo”.

  


Yohaira Fermín lamenta la situación de los niños al dejar el lugar.


Requisito para la admisión  de los niños en La Casa Rosada


Ser un niño  o niña o positivo.


En el momento de ser admitido, tener una edad comprendida entre los 0 y 6 años.


Ser huérfano y/o abandonado y no contar con familia o tutor que le de protección.


No tener una discapacidad física o psíquica que le incapacite para la vida ordinaria.


Tener acta de nacimiento y una persona que responda por él/ ella (a excepción de los niños/as abandonados.

 



Por considerarlo importante para la historia de  La Casa Rosada, incluimos este artículo del periódico Hoy, de fecha 18 de noviembre del 2007, realizado por la periodista Ángela Peña.


Loly, vino al mundo afectada del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), con tuberculosis, anemia, problemas cardiovasculares y pulmonares que le provocaban desesperante sofocación.


Sin embargo, su alegría y su amor eran tan inmensos que cuando llegó al hogar que la acogió como nueva hija, inundaba de gozo los corazones de religiosas, enfermeras, maestras, conserjes, cocineras.


Era el año del 1992 la enfermita contaba con cinco años.


Antes vivió en Arenoso donde apenas conoció la madre, que cerró sus ojos al mundo prácticamente cuando la niña abría los suyos a la vida. Pero recordaba su nombre tanto como el cariño que le prodigó la abuela que la tuvo hasta esa edad y el de Ramón Agüero, su padre, que siempre la visitaba.


Arenoso fue presencia constante en su memoria, a pesar de que sólo pasaba en la casa quince días y el tiempo restante en el hospital Robert Reíd, en una época en que los tratamientos y medicamentos para el VIH eran escasos.


La doctora Ángela Soto la trasladó al “Hogar Mariloly” y fue como si un ángel iluminara el centro, pese a que el SIDA “todavía era misterioso y el diagnóstico tardaba algún tiempo.


Había medicinas para disminuir su carga viral”, sin embargo, el final inmediato de la adorable muchachita era la muerte, cuenta sor Carmen Veiga, quien desde 1992 se constituyó en madre de Isabel Agüero (Loly).


 


Pero justo en el sombrío momento en que se pronosticaba el fatal desenlace, Loly conoció a Mariasela Álvarez que la acogió también como a su hija, aunque la infante le llamaba “Mi madrinita”. 


La productora de televisión y ex reina de belleza no sólo se ocupó de suplir sus necesidades de salud sino además de prodigarle un afecto entrañable y hasta de suplir sus caprichos femeninos.


Loly pedía y tenía los mejores vestidos y zapatos, joyas y hasta maquillajes. La buena Hermana de la Caridad le reprochaba tanta vanidad y ella replicaba: “Pero mamá, son para que también los usen mis hermanitas y amiguitas”, recuerda sor Carmen.


“Todos los niños son muy buenos, pero Loly era muy tierna, no sé qué hechizo tenía que todo el que la conocía la amaba. Se sentía como la dueña del mundo. Ana María (una bienhechora) la llevaba a su barco para darle paseos por el mar junto a los demás chicos” y ella decía que el yate era suyo.


Loly afirmaba ser la propietaria del restaurante “Maniquí”, de la Plaza de la Cultura, porque su administradora, Fellita Caamaño, invitaba a los niños a almorzar cada domingo. “Para ella las personas eran familia. 


Era sumamente abierta, sin complejos, y así amaba. Brindaba su cariño a todos. Fue muy querida en su vida. Su muerte fue llorada por todos”, manifiesta sor Carmen.


Mariasela Álvarez visitaba con frecuencia el hogar “Mariloly”, llamado así porque las primeras criaturas que llegaron fueron Mary, que falleció muy pronto, y Loly, que vivió  nueve años.


En los archivos de lo que es hoy la “Casa Rosada”, un anhelo que Loly no vio realizar, hay fotos de la sensible dama animando a los enfermitos, vestida de Santa Claus, acompañada de sus propios vástagos. También iba su esposo.


La “Casa Rosada” está inundada del bullicio infantil de casi cincuenta niños, desde recién nacidos hasta quinceañeros, unos abandonados y otros expresamente conducidos allí por sus padres y trabajadores sociales o referidos desde otros centros donde no pueden internarlos ni administrarles las dosis que requiere su virus.


Una inmensa foto de Loly, al lado de la imagen de San Vicente de Paúl, fundador de la congregación a la que pertenecen las monjas, recibe al visitante. Al pie se lee: “Soñé que vivía en una casa rosada”.


Luisa Rosario, la cocinera de siempre que mantenía a Loly “gordita”; Digna Isabel Molineaux, la enfermera que la nebulizaba y le aplicaba oxígeno y que la tenía preparada para paje de su boda celebrada pocos días después del deceso lamentable, y sor Carmen, no pueden impedir el llanto prolongado al recordar a Loly. 


Todas cuentan detalles y ocurrencias de ese ángel que aun dentro de su mal fue soporte para las asistentes y un gran apoyo para los demás menores, a los que cuidaba.


“Ella nos reportaba la situación del hogar, lo que ocurría, que un niño se cayó, se orinó, durmió mal, vomitó. Tenía una gran ilusión”, dice sor. Cuando su padre se retiraba, “ella soñaba con una palmera. Me decía: “detrás de aquella palmera está mi casa, mi casa es una casa de palma”.


Cantaba, bailaba, ofrecía entrevistas reales sin ninguna timidez e improvisaba, otras frente a un micrófono imaginario. “Brindaba todo lo que tenía”, expresa sor Carmen reponiéndose del llanto.


Un amanecer, Loly fue regocijada al encuentro de su “madrecita” del Hogar “Mariloly”, la entregada y tierna religiosa, y le contó: “Tuve un sueño muy bonito, tenía una casa rosada en la que vivía con mis hermanitos, me la va a hacer mi madrinita con una habitación como la de Chantal (hija de Mariasela)”.


La destacada comunicadora se enteró del sueño e hizo el primer aporte para la construcción: un millón y medio de pesos, mientras la enferma comunicaba al esposo de la filantrópica señora: “Alberto, mi habitación va a ser ésta”, señalando un ala de la construcción.


Pero dos años antes de concluida la edificación, Loly “se puso grave, recuerda Digna Isabel. Comenzó con una fuerte asfixia y me llamaba: “Ven a ver, mamá (a ella le decía también mamá) La atendí, le di medicamentos y mejoró pero tuvo una recaída y la llevaron a la Plaza de la Salud, la entubaron y ya no volví a verla.


Allí estuvo una semana hasta que murió. La velamos en la capilla Santa Luisa de Marillac y la enterramos en el Cristo Redentor”, declara la dulce enfermera llorando. “¿Quién no iba a querer a una niña tan alegre?”, pregunta.



En honor a ella, existe una calle en el Sector Mirador del Ozama (Los Duplos).


Fellita Caamaño, colaboradora de la obrasolicitó que la calle de “Los Tres Brazos” donde se construyó “La Casa Rosada” llevara el nombre de “Isabel Agüero (Loly)” y Magino Corporán Lorenzo encaminó las gestiones ante el Ayuntamiento. El 9 de julio de 2001 se inauguró la vía con el nombre de la pequeña, fallecida el 29 de octubre de 1999.


Sor Carmen Beiro, la más amorosa Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, conserva los cuadernos, fotos y primeras letras de Loly como los de una hija biológica muy amada, con observaciones al pie de cada página. “Te cansabas y yo te apuraba: sigue Loly”. “Tus recuerdos queridos, Loly”. “Debes entender y decidir”. “Colorea lo que indica el número”, entre sumas y restas, dictados, tareas, “mi mamá me ama”, “mi papá me mima”, “Amo a mi mamá”, “me-mo-lo-li-mime-muma-memo-mimí”.


“Merecía la calle, fue una niña que sufrió mucho, tenía enfermedades respiratorias, a veces las características de la piel eran muy prominentes y no existían los retrovirales. Cuando comenzó a recibirlos, era tarde, tenía los órganos muy deteriorados”, explica sor Carmen.


Agrega: “Loly fue una heroína excepcional en su enfermedad, siempre estuvo luchando a favor de la vida, siempre soñó con vivir, pero sufrió mucho. Soñó que vivía en una casa rosada. El nombre de este hogar se le debe a ella: ésta es la Casa Rosada que soñó Loly”.


La vía nace en la “Prolongación Avenida Venezuela”, atraviesa la “General Cabral” y termina en un “Cul de Sac”.

 


Para el 7 de febrero del 2008, obtuvimos la información de que de 49 niños vivían en la Casa Rosada, 28 asistían a la escuela y dos de ellos ya cursaban el bachillerato, con planes de estudiar medicina e ingeniería, respectivamente.

 

Los cuidados y los beneficios que aporta a su organismo el tratamiento con medicamentos antirretrovirales al que están sometidos, les ha proporcionado una alta esperanza de vida. Por ello, las autoridades del centro de ese entonces  trabajaban en la construcción de nuevos espacios para separar a los más grandes de los más pequeños.

 

La construcción de las nuevas habitaciones costaba  unos 25 millones de pesos y ya se habían  invertido unos 10 millones, pero para su conclusión se requería  del aporte de más manos amigas.

 

Allí los niños reciben los cuidados de sus fundadores, el padre Victoriano Pérez Sánchez, de la Parroquia Santa Lucía de Marillac, y de las religiosas sor Carmen Beiro y sor Dolores Pascual, directora, entre otras personas.

 

Con el tiempo se ha logrado que algunos de sus familiares visiten a los niños. Los directivos del centro coinciden en que los niños tienen lo básico, pero les falta algo que no se compra ni se adquiere: “los brazos de una madre o un padre que los recoja en la puerta de la escuela o que los abrace cuando se sienten solos”.


Cuando se abre la puerta del hogar, muchos niños, sobre todo los más pequeños, corren hacia los visitantes y, sin conocerlos, les abrazan.

 

Sor Carmen, una de sus fundadoras, considera así se evidencia la necesidad de afecto, porque “la peor enfermedad es la orfandad”.

 


El padre Pérez Sánchez ya fallecido, señalaba que “a estos niños, cuando salen de la escuela, les llama mucho la atención ver como sus compañeritos corren a los brazos de los padres”. Reveló que incluso le quitarán el logo de Casa Rosada a los vehículos porque los niños no quieren ir a la escuela en ellos.


Algunos de los niños están en centros especiales, porque tienen problemas de aprendizaje, los más pequeñines reciben clases en el mismo hogar y sólo dos no  están en estos afanes, porque son dos bebés que ingresaron recientemente.

 


El 15 de abril del año 2009, La Fundación 4Life deja inaugurado nuevo edificio a La Casa Rosada.


Con el propósito de facilitar de mejorar su entorno de vida adicional para hospedaje y educación, los fundadores de la Fundación 4Life, inauguraron su nuevo edificio adicional al orfanato "La Casa Rosada", el cual fue donado a beneficio de muchos niños afectados con VIH de la República Dominicana.

 

Bianca Lisonbee, cofundadora del nuevo centro, expuso sus agradecimientos personales a todos los involucrados por el apoyo lleno de entusiasmo que dan a este proyecto. "Estamos cambiando vidas y construyendo un mejor futuro para los niños de La Casa Rosada.

 

Por otro lado, sor Carmen Beiro, una de las Hijas de La Caridad que dirigio el proyecto, expresó su satisfacción por la culminación y entrega de la recién añadidura al orfanato. "Necesitábamos darles a nuestros niños más espacio donde vivir. Desde la nueva ampliación se pueden percibir maravillosas vistas de la ciudad, y es un lugar con mucho espacio donde los niños pueden jugar, descansar en forma confortable, y estudiar en una atmósfera tranquila y sin ruidos. Muchas gracias por el amor que nos dan", agregó la devota.



para el próximo lunes 20 publicaré el segundo capítulo de la historia de La Casa Rosada en Los Tres Brazos. 

 

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, la hice con la intención de dar a conocer su historia y que todos aquellos que quieran y puedan aportar algo de recursos, acercarse e ir a esta Casa Rosada que de seguro Dios se lo va recompensar. y gracias por su comerantario

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  2. Una grandiosa obra, el Señor en medio de nosotros, a través de sus servidores y en el rostro de cada niño.

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    1. Gracias, la hice con la intención de dar a conocer su historia y que todos aquellos que quieran y puedan aportar algo de recursos, acercarse e ir a esta Casa Rosada que de seguro Dios se lo va recompensar. y gracias por su comerantario,

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