Historia de Los Tres Brazos: La Educación Escuela Primaria María Dolores Rodríguez Sopeña (Las Abejitas) (Cap. III, 9-18)
Escuela Primaria María
Dolores Rodríguez Sopeña (Las Abejitas)
Ubicada en la
calle 1ra. número 14, en Rivera del Ozama, del sector de Los Tres Brazos.
La Escuela fue construida por los mismos vecinos de la
zona y más luego el Ministerio de
Educación la remodeló.
Esto trajo como
consecuencia que el día 8 de
agosto de 2014, la directora de la escuela básica Las Abejitas, Bienvenida Soto
Poncini, y el presidente de la junta de vecinos del sector Las Liras, en Los
Tres Brazos, Santo Domingo Este, pidieron al Gobierno la remodelación de ese
centro educativo porque está sobrepoblado y son muchos los niños de esa zona
que se quedan fuera porque no hay cupo.
La Escuela tiene actualmente unos 710 niños que reciben el pan de la enseñanza para ambas tandas.
El Centro cuenta con 40 Docentes para la Tanda Matutina y Vespertina
En la Tanda Matutina 22 maestros imparten la docencia, distribuidos:
Una Directora
Bienvenida Soto Ponsinil
Una Sub Directora
Enerina Manzueta Reynoso
2 Orientadoras
María Peggipe a Bulle
Noris Altagracia Sánchez
García
Una Psicóloga
Judith Mejía Herreras
17 Maestros de Básica
Adalgisa Gertrudis
Henríquez Hidalgo
Beatriz de la Cruz
Benita Ramírez de
los Santos
Carmen Ventura Núñez
Felicia Keppis Brea
Juana María Cruz Capellán
Juana Vidala Cabrera
Peralta
Ligia Elena Pérez
Luz del Carmen Morillo
Morillo de López
Marcia Antonia Parra
Ortíz
María Francisca Ramos
Lantigua
Martha Milagros Mota
de Ramírez
Melania De Lancer
Ramírez
Orquídea Altagracia
Mora Mercedes
Radhames Nova Valdez
Sandra Isabel Pérez
Adames
Yocatty Reyes Paredes.
Estos son 18 Docentes que dan clases en la Tanda Vespertina, distribuidos:
Una Directora
Bienvenida Soto
Ponsinil
Una Sub Directora
Enerina Manzueta
Reynoso
Una Orientadora
Martha Gómez Bastardo
Adalgisa Gertrudis Henríquez Hidalgo
Ángela Altagracia
Yaquelyn Eusebio Pineda
Aredis María Núñez
Fortuna
Benita Ramírez de
los Santos
Carmen Ventura
Núñez
Felicia Keppis
Brea
Juana Vidala
Cabrera Peralta
Keilín López
Luz del Carmen
Morillo Morillo de López
Melania De Lancer
Ramírez
Natacha Pérez Hernández
Radhames Nova Valdez
Raúl Sánchez Vásquez
Rolania Lebrón Aquino
Yocatty Reyes.
Aquí se observan a tres maestros de la Escuela Escuela Primaria María Dolores Rodríguez Sopeña (Las Abejitas),actualizándose.
Uno de los
maestros se observa dando clases en una
de las aulas de la Escuela Primaria María Dolores Rodríguez Sopeña (Las
Abejitas).
En esta imagen de 2019 se ven a dos niños de la Escuela Primaria María Dolores Rodríguez Sopeña (Las Abejitas) levantando la bandera para dar inicio a las clases.
Esta es otra imagen de la Escuela Primaria María Dolores Rodríguez Sopeña (Las Abejitas)
Dolores Rodríguez Sopeña nace en Vélez Rubio (Almería), el 30 de diciembre de 1848 y muere el 10 de enero de 1918
A caballo entre
España y América desplegó su incansable labor esta beata, mujer abanderada para
su tiempo, que fue discerniendo su vocación y misión poniéndose a la vera de
los desfavorecidos. Nació en Vélez Rubio, Almería, España, el 30 de diciembre
de 1848. Pertenecía a la alta sociedad, toda vez que su padre un reputado
jurista que concluyó la carrera antes de la edad reglamentaria, fue escalando
peldaños en su profesión llegando a ser Fiscal de la Audiencia de Almería, y
puso al alcance de su familia un elevado status social.
Los bellísimos
parajes de la Alpujarra granadina la vieron crecer y convertirse en una
espigada joven que podría haberse aprovechado de su alcurnia para obtener
beneficios y, en cambio, no fue tentada para detenerse en ese pedestal. Sus
entrañas de piedad la condujeron al lecho de enfermos de tifus y lepra,
esquivando a sus padres, a fin de proporcionarles la asistencia humana,
espiritual y material que precisaban. Además, era visitadora asidua, junto a su
madre, de los pobres de la Conferencia de San Vicente de Paúl. Cuando su padre
partió a Puerto Rico, el resto de la familia se afincó en Madrid. Y allí, bajo
la dirección espiritual de un sacerdote, prosiguió su acción apostólica en el
hospital de la Princesa, en la cárcel y en las Escuelas Dominicanas llevando a
todos el néctar de la fe católica.
A los 23 años
recaló en Puerto Rico. La urgencia apostólica quemaba sus entrañas y enseguida
buscó nuevo director espiritual, el jesuita padre Goicoechea. A renglón seguido
creó la Asociación de Hijas de María y centros académicos destinados a paliar
las carencias educativas y formación espiritual de la población negra. Santiago
de Cuba fue el siguiente destino de su padre y allí llegó Dolores portando en
su alma la sed de consolar y asistir a los pobres y enfermos. Debido al cisma
religioso no pudo hacer mucho más que visitar a los enfermos militares
hospitalizados. Sus graves problemas de visión fueron un veto para unirse a las
Hermanas de la Caridad. Luego, un periodo de bonanza le permitió adentrarse en
los suburbios creando los «Centros de Instrucción» que extendió en tres zonas
distintas. Era un proyecto ambicioso, audaz, que ponía al alcance de los
marginados la cultura y la asistencia médica.
En esa diáfana
isla, enclave privilegiado del Caribe, perdió a su madre. Y junto al resto de la
familia regresó a Madrid en 1877. La atención a los suyos no fue impedimento
para su acción apostólica. Un nuevo director espiritual, el jesuita padre López
Soldado, la animó en su empeño. Tras el fallecimiento de su padre en 1883
nuevamente sopesó la opción religiosa. Probó con las Salesas la vida
contemplativa, pero no perdió el tiempo por esa vía; en diez días se convenció
de que no tenía vocación para ello y abandonó la comunidad.
Ante sí se
extendía un universo de carencias que reclamaban su atención. Impulsó una «Casa
Social» y de mano de una reclusa se adentró en el Barrio de las Injurias, donde
instituyó la «Obra de las Doctrinas». En 1892 puso en marcha el «Movimiento de
Laicos Sopeña». Extendió la Obra dentro de Madrid y cuando vio oportuno llevarla
a Sevilla lo hizo a pesar de no contar con el beneplácito de las personas que
la secundaban en su tarea, aunque para ello dimitió como presidenta. Con todo,
logró su propósito de establecerla en distintos puntos de España. Las
«Doctrinas» se fueron convirtiendo «Centros Obreros de Instrucción» cuya
finalidad era atraer a la Iglesia a los alejados de ella, alentando la
fraternidad y dignidad del empleado. Ello se sintetizaba en este anhelo que
latía en lo más hondo de sí como experiencia vivencial rubricada por su amor al
Padre: «Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús». Movida por este
sentimiento llevó a las fábricas la esperanza de un futuro mejor anclado en el
amor, la justicia y la paz.
En 1900, en el
transcurso de una peregrinación a Roma, orando ante la tumba del apóstol san
Pedro se sintió llamada a fundar. Para ello contó con la aquiescencia del
cardenal Sancha. Y en 1901 surgió la Instituto de Damas Catequistas, actual
«Instituto Catequista Dolores Sopeña» de la que fue superiora general. Al año
siguiente emprendió otra acción poniendo en marcha la «Obra Social y Cultural
Sopeña – OSCUS». En 1914 fundó Roma y tres años más tarde hizo lo propio en
Chile. Murió en Madrid el 10 de enero de 1918. En su testamento, entre otras
cosas, trazó lo que podríamos considerar epitafio de su vida: «Hijas mías: sed
santas, y sobre todo, que tengáis una confianza completa en Nuestro Señor. Yo
no he tenido nada, ni virtudes, ni méritos, ni cosas heroicas; solo la
confianza sin límites». El centro de su existir fueron Cristo y María. Ante el
sagrario había extraído las claves de su quehacer espiritual y apostólico. Juan
Pablo II la beatificó el 23 de marzo de 2003.
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